En las fotos aparezco con un par de jerseys de lana vintage. El más grande de ellos no tiene etiqueta por ningún lado, parece tejido a mano, pero su suavidad y sus texturas son impresionantes. Me recuerda a las diferentes texturas de la playa en esa época de año. Al ser aún invierno los temporales habían arrastrado la arena de la playa hacia el fondo y había todo un paisaje rocoso en ocasiones teñido de color por infinidad de algas.
Así que en esta playa empieza un viaje lleno de ilusión e inseguridad a partes iguales, pero con la confianza puesta en que poniendo el foco en el respeto a la naturaleza la marea sólo puede traer cosas buenas.